lunes, 23 de septiembre de 2013

RELATOS DE COLABORADORES AMATEUR


Gracias a Álex por cedernos este relato erótico escrito por él. En esta entrada pondremos vuestros relatos (siempre que pasen mi filtro jiji). Espero que lo disfrutéis



 ¿FICCIÓN O REALIDAD?
               


(Dedicada a S., la inspiración para este relato)

El sol brillaba con fuerza sobre la calle de aquella ciudad. Ella estaba de visita allí, pasando un par de días con unas amigas. Tras todo un año de trabajo, había decidido aprovechar esos días de verano, y aquel viaje era la mejor oportunidad para hacerlo. Paseaba alegremente por el mercado, con el sol atravesando su vestido de verano mientras caminaba sobre sus sandalias. La suave brisa se colaba bajo su falda, excitándola. ¿Habría notado alguien que no llevaba ropa interior? Sinceramente, no le importaba. Nunca la había llevado, y si por ella fuera, nunca la llevaría. Sus amigas se habían quedado en la habitación, durmiendo, agotadas de la fiesta de la noche anterior, pero ella no iba a desperdiciar semejante día. Recién duchada y arreglada, estaba lista para conquistar aquellas calles.

Y entonces le vio. Su corazón se paró un instante cuando se fijó en su cara. ¿Podía ser...? Habían hablado infinidad de veces, habían tenido alguno de los momentos más calientes que ella recordara... Pero siempre a través del ordenador, siempre separados por la distancia y la pantalla. Nunca habían hablado, nunca habían visto nada que no fueran fotos... Y ahora, ahí lo tenía... Pero, ¿era él? Y si así era, ¿por qué no la reconocía, como ella le había reconocido a él? Entonces se acordó. Así como ella había visto su rostro infinidad de veces, ella nunca llegó a enseñarle el suyo. Tal vez por timidez, o por discreción... o incluso una pizca de vergüenza, nunca se había atrevido a mostrarle su cabello castaño y sus ojos azules.

Una duda empezó a formarse en su cabeza. ¿Debía dejar las cosas tal como estaban? ¿Seguir siendo un texto sin rostro, una fantasía lejana? ¿O tal vez esa era la oportunidad de dar un cuerpo a aquellas charlas? Le miró de nuevo, y a su mente llegaron todos aquellos momentos, todas aquellas charlas sbubidas de tono, todos aquellos juegos calientes en la distancia. Recordaba tocarse, su falda hasta las caderas, mientras le decía lo que le haría, cómo la tocaría, cómo la tomaría, mientras sus dedos tocaban su sexo, y se pellizcaba los pezones. Sintió la humedad entre sus piernas nada más recordarlo, y decidió que, si el destino los había acercado así, ¿quien era ella para negarse?
Se acercó a donde se encontraba, tranquila pero decidida. El puesto era de bisutería, y él parecía distraido mirando una pulsera.
-Bonita pieza. Cualquier chica a la que se la regalasen se sentiría muy afortunada- Nada más decirla, se mordió el labio. ¿Había sido tal vez demasiado lanzada?
-¿Oh? Ah, si, sólo la estaba mirando. Desde luego es preciosa, sí.-
Al oir su voz casi se puso a temblar. Era aún más sexy de lo que había imaginado. Contuvo sus ansias de decirle quien era, y lo mucho que le deseaba en aquel momento, y siguió hablando.
-¿Y quien es la chica que recibirá este regalo? ¿Alguna novia, o esposa afortunada de tener a alguien así de detallista en su vida?-
-Me temo que no. No iba a comprarla, la verdad. Y ya que perguntas, no hay ninguna novia o esposa a quien regalárselo-
-Vaya, es una pena... Porque es una pieza bellísima- Le arrebató la pulsera de las manos, rozando su mano con sus dedos. -¿Ves lo bien que queda?- Se probó la pulsera, mientras colocaba la muñeca a la altura de su pecho. Se dio cuenta de que en aquel momento no era ya en la pulsera en lo que se fijaba. Sonrió maliciosamente. -Ya que no tienes a quien regalársela... ¿por qué no me la regalas a mí?- Dijo, en su tono más infantil y caprichoso. Él soltó una ligera risa. -No sé si una pulsera sería lo apropiado para una relación tan breve... Pero estoy dispuesto a invitarte a un café. ¿Te apetece?-

Ella simuló hacer pucheros durante un instante... Para inmediatamente después ofrecerle la más reluciente de sus sonrisas. -De acuerdo, me parece bien. Por cierto me llamo...- El nombre falso salió automáticamente de sus labios. Quería seguir manteniendo el misterio, jugar con él un poco más. -Un placer- replicó él, -yo soy...- Al oir su nombre, todas las dudas se despejaron de su mente. Estaba claro que aquello era el destino y no pensaba dejarlo escapar.



Dejaron el mercado y fueron a un café tranquilo. Ella escogió una mesa apartada, y pidieron un par de cafés. Hablaron de qué hacían allí, de cómo ella había venido con un grupo de amigas, mientras él le contaba que había venido a visitar a unos parientes. Mientras bebían, ella fue sacando diferentes temas que, por haber tratado con él a traves de la red, sabía que le interesaban. A su vez, iba desplegando todas sus armas de seducción. Una ligera caricia en el brazo... Un suave roce de piernas... Un discreto vistazo a su escote... Mientras veía cómo en su rostro se reflejaba una mezcla de incredulidad y alegría ante semejante chica, a la que acababa de conocer, y que ya parecía estar atraída hacia él. En un momento ella se acercó a su oido y le susurró -Me gustaría enseñarte un sitio que descubrí ayer ¿Te apetece?-

Él sonrió, y pidoó la cuenta. Nada más salir del café, ella cogió su mano y, como si fuera una chiquilla, le arrastró por las calles hacia un enorme parque. Se internó entre los árboles hasta llegar al sitio donde quería...
Había descubierto aquel claro el día anterior con sus amigas. Se habían pasado la tarde y parte de la noche ahí, hablando, riendo, haciéndose confidencias... Habían sido ruidosas, vulgares, y nada discretas, y nadie había aparecido en todo el rato por ahí. Era el sitio perfecto. En cuanto se pararón, se lanzó hacia él. Le empezó a besar, apasionadamente, con todo el ardor que llevaba acumulando desde el momento en que le había reconocido. Tras un instante de sorpresa, él respondió al beso, con igual pasión, el mismo ardor. Ella se estaba volviendo loca con la excitación. El juego había sido genial, pero llegaba la hora de revelar la verdad... Notó como sus manos epezaban a acariciarla... La espalda primero... Luego los muslos, desde la rodilla, y subiendo poco a poco... Parecía dispuesto a saber hasta dónde le dejaría llegar, y ella no pretendía frenarle. Se apretó contra él, y notó el bulto que se había formado en su entrepierna. Deseaba tocarlo, acariciarlo, sacarlo de esa prisión de calzoncillos y vaqueros, pero se contuvo. Antes quería que él descubriera quién era esa chica misteriosa... La mano de sus muslos fue subiendo, más y más, hasta colarse bajo su falda... Empezó a acariciar su culito, mientras se seguía moviendo. Estaba a punto de exlotar, no solo por la excitación de sus caricias, sino por la cercana revelación. Por fin, su mano fue hacia su entrepierna, buscando sus braguitas... Para no encontrarlas. En ese preciso instante, se acercó a su oido y le susurró -Por cierto, en realidad me llamo...- Al oir su verdadero nombre, y relacionarlo con la falta de ropa interior (una de esas confidencias calientes que le había hecho on-line), el rostro de él volvió a adoptar esa expresión que mezclaba la sorpresa con la alegría. Ella le devolvió la sonrisa, para volver a lanzarse sobre sus labios. Sus manos empezaron a acariciar su paquete, cuya forma prometía ocultar un buen pene. A su vez, él le bajó los tirantes del vestido, y empezó a masajear sus pechos. Ella le correspondió abriendo su cremallera y posando su mano sobre su herramienta. De acariciar sus tetas, él pasó a agarrarlas entre sus firmes manos, a besarlas, a recorrerlas con su lengua, a mordisquear sus pezones... Estaba empezando a jadear, y cuando notó sus dientes sobre sus sensibles cumbres, no pudo evitar un gemido. El calor recorría todo su cuerpo, dominándola. Se arrodilló ante él y le terminó de quitar los pantalones y los calzoncillos. Ante ella tenía aquella polla, dura como una roca, deseosa de ella. La acarició, suavemente. Él gimió, suavemente. Le dió un suave beso, mientras sus manos se movían del falo a los testículos, acariciándo suavemente. Luego, la recorrió, de arriba a abajo, con la lengua, suavemente, empapándola con su saliva. Él no dejaba de gemir, de decirle lo mucho que le gustaba lo que le estaba haciendo. Le miró a los ojos, su mirada llena de vicio... Mientras abría su boca y se metía aquella verga en la boca. Empezó a chuparla, metiéndosela cada vez más dentro de la boca. La apretaba entre sus labios, la acariciaba con su lengua, mientas notaba cómo la excitación de su amante no dejaba de crecer. Sin poder contenerse, bajó una mano a su propio sexo, y empezó a acariciar su rajita. Estaba terriblemente húmeda, deseosa de ser penetrada. No iba a poder contenerse mucho más... Y por lo que notaba, él tampoco. Se la sacó de la boca, mientras hilillos de saliva brillaban entre la polla y su lengua. Se apartó de él, sonriéndole pícaramente. Se acercó a un árbol, y apoyó un pie sobre una rama baja, mientras levantaba su falda. Le miró, toda su excitación reflejada en su cara. -Follame- le dijo. -Necesito que me folles, ya-. Él se acercó a ella. La abrazó, agarrando sus tetas desde detrás. Apretó su pene contra su coñito empapado. Empezó a mordisquearle el cuello, y entonces notó cómo su verga entraba poco a poco en su vagina empapada. -Ughm- Empezó a gemir, suavemente al principio. Él empezó a moverse, cada vez más rápido, entrando cada vez más dentro. -Mmmm... Sí, oh, sí... No pares...- Notaba cómo aquel falo llegaba aún más dentro en cada embestida. -¡Ahhh! Oh, si, joder, me encanta... No pares...- El ritmo era cada vez más fuerte. Ella no paraba de gemir, cada vez más alto. Aquello era todo lo que había estado fantaseando y más. -¡Vamos! ¡Oh, sí, me encanta! ¡Follame, más fuerte!- Él obedeció, sus embestidas eran imparables, sus manos recorrían cada rincón de su cuerpo, su boca viajando entre sus labios, su cuello, sus hombros... Notó cómo llegaba. El orgasmo no tardaría, y prometía ser brutal. Y notaba que él pasaba por una situación similar. Sin duda era el momento -¡Ahhh... no.. no paressss... Oh dios, estoy... estoy a punto... voy a... Ahhhhhh... Me corro... ¡Me corro! ¡Ahhhhhh!- Parece que aquello era todo lo que él necesitaba saber... Embistió aún con mayor fuerza, su pene convertido en un martillo hidráulico que taladraba su muy húmedo sexo. Empezó a gritar, su excitación saliendo de su garganta a la vez que de su vagina, embargada por un orgasmo incontenible. Escuchó los fuertes gemidos de él, también llegando al clímax junto con ella... Y entonces notó su esperma, llenándola, desbordándose, caliente, bajando por sus piernas... Aquello fué la culminación, dejó arrastrarse por su propio orgasmo, agotada, rendida... pero feliz. Su amante virtual había resultado ser todo lo que ella deseaba y más.
Tras toda aquella pasión, descansaron juntos en el descampado. Ambos habían disfrutado como pocas veces en la vida... Y no pensaban desaprovechar aquellos días. En su mente, ambos empezaron a pensar qué nuevos placeres probar el próximo día...
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Bueno, ha resultado bastante largo, pero espero que os haya gustado. Cualquier comentario o sugerencia que querais dejarme se agradecerá. Incluso si os apeteciera ver algo concreto en el próximo relato, decídmelo y lo tendré muy encuenta.

Abrazos y besos,

Alex

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